domingo, 29 de abril de 2012

Culturáte

Hoy va el día de Cultura.
 Abro la enciclopedia y me encuentro con estos 2 significados:
"Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también conocida como alta cultura."
"Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales (tecnologías) que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver sus necesidades de todo tipo."

¿Que ha pasado con la alta cultura? Olvidada...


Sólo hay que echar un vistazo a nuestro día a día actual en sus distintos campos. Por ejemplo, si tomamos la educación: Hace pocas décadas, el acceso a estudios superiores universitarios y su correspondiente alta formación empezó a extenderse. Quedó conseguido el sueño de muchos, democratización y asistencia masiva a una alta eduación representada por la generación de nuestros padres. Brillante. Esa generación que vió el despertar de la sociedad en los últimos  años 60 y 70. En cambio, hoy en día hay cambio de patrones y Universidad viene a ser sinónimo de varios años de estudio y culturización, ligados a problemas para encontrar un "curro" al terminar.
           Seamos realistas (y tiremos del sarcasmo), hoy en día se busca lo práctico, lo frívolo, lo cómodo. Ya existen los FP que harán de tí una persona práctica al 100%, y capacitada para encontrar un trabajo. No importa cúal, el caso es ingresar fondos aunque ese trabajo represente indiferencia total respecto a tí, y estemos quemados con él. ¿Para qué culturizarse?
           ¿Quizá en los ratos libres ocio? Jamás hubo tantos medios para hacerlo. Únicamente con nombrar la palabra Internet... (sí, internet. De esos grandes inventos de la historia) ya proporciona una cantidad infinita de material. Pero, te encontrarás con montones y montones de cultura superficial hasta dar con algo que de verdad, merezca la pena.
       
 Tengo la impresión de que el mundo se guía por el usar y tirar. Se quiere un producto que divierta, espectáculo, y mejor si es algo estrafalario. No parece interesar que algo perdure a lo largo de los años, es suficiente con que guste y deleite a la gran masa de borreguillos. Pero lo que más detesto es que queden identificados ventas y éxitos con calidad.
         Afán por leer, escuchar, reflexionar, entender, elaborar, discutir y proponer. Eran éstas actividades reservadas hasta hace no mucho a una casta de pocos que se hacían llamar intelectuales. Hoy somos muchos y hay de todo. Pero antes no era distinto, sólo que esos pocos tenían mucha visibilidad, fueran buenos o malos, listos o tontos, sinceros o mentirosos. Ahora, aplicando la estadística, se espera que de la cantidad surja la calidad.
        El problema de este mundo postmoderno, caracterizado por la hiperproducción, es la dificultad de separar la paja del grano. Tratar de encontrar libros, cuadros, obras musicales que lleven a la unanimidad de la crítica es (o parece) imposible. Porque convivimos muchas comunidades distintas, cada una concentrada en sus propios referentes, sin intención de convencer, tan sólo deleitandonos en nuestro arte particular. Es una especie de nihilismo general. Y, precisamente, esa situación de universalidad es la que nos lleva a muchos a recurrir a los clásicos.
          Yendo más allá, y decir lo que creo personalmente, es que: independientemente de si es cultura de calidad o no, muchos se conforman con ver los resultados del autor, quedando satisfechos y (supuestamente) cultos. No vale con consumir cultura para ser culto. Aún falta un algo; y ese algo es crear tu propia cultura, que por mala que sea en un principio, mejorará con el tiempo, reflexión y madurez. Pero, parecen haberse perdido los valores de sacrificio y constancia...
        Asi que, amigo, reflexiona acerca de esto. Días en los que, en España, está en boca de todos los problemas económicos,  políticos que hechan a perder el país, mediocridades que nos hacen tragar los medios... ¿Y que pasa con la cultura? No ha hecho más que quedar reducida a las "sombras" de la sociedad. Esas "sombras" que, normalmente, no siguen el camino de los más, sino que se guían en la vida por la sensibilidad artística. Una sensibilidad que conecta lo más puro y profundo de tí con la esencia del mundo. Y los productos que de ahí salen, son los pertenecientes a la alta cultura.
       Aprovecharé para hacer una breve referencia a los principales enemigos del arte y la cultura, de una forma directa: La derecha política favorece el analfabetismo. No quiero hundirme en el fango del radicalismo, y reconozco que siempre hay miembros en la derecha cultos. Sin embargo, en España, en varios momentos de su historia, se ha perseguido y asesinado a representantes de la alta cultura. No puedo evitar pensar en los cuarenta años de eclipse ideológico y progresista que tuvieron lugar el siglo pasado. CAZERÍA con mayúsculas fue lo que aconteció al artista entonces. Todo eso se curó con un par de partidos de fútbol, corridas de toros televisivas... fue un parche remediario ideado por el mandamás Paco. Y ojo aquí, porque muchos pensarán que esas corridas también representan la cultura. Y son parte de ella, sin duda. Pero ahí, funcionaron como utensilio provechoso para mantener a la sociedad abstraída en contra de lo que ocurría. Búsqueda y captura del artista que denunciaba, que no cerraba la boca, y que era fiel a sus principios: el auténtico.
      Hace poco empezé con uno de los últimos ensayos de Mario Vargas LLosa. Él comenta acerca de la degradación de la cultura muy sabiamente: esa decadencia viene del liberalismo sin freno que produce el capitalismo feroz que todo lo invade y convierte a la propia cultura en marcancía de usar y tirar; y al ser humano como un medio y no un fín en sí mismo.


En fin... Que todo quede en algo positivo a la larga. Y pongamos la lente del optimismo a la situación en que nos encontramos: "Los grandes progresos de la civilización son procesos que fundamentalmente destruyen la sociedad en que se producen”. Ilya Prigogine

Al final, cada uno traza su ruta; y guiado por su gusto, selecciona el agua que quiere beber de entre toda la que llueve.
Lectura más que recomendada: "La civilización del espectáculo" de Mario Vargas Llosa.

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