jueves, 5 de febrero de 2015

Domingo Nervioso


Despiertas de un sueño agitado. Vibrantes las sábanas, que presentan el nuevo día con ilusión.

Enciendes el ordenador y ves las noticias:
Rusia y Ucrania amenazan con una nueva guerra mundial, ya van tres... ¿advertencias o guerras?
Un avión desaparece tras despegar en Kuala Lumpur y no se tiene rastro de él. Un sueño más.
Décimo aniversario del atentado. Nos volvemos a encontrar, ¿Que fue de ti en estos últimos diez años?
Mi mente vuela; entre la imaginación y el viento, se ha posado un deseo. Yo me acerco, ello se aleja.
El "Me gusta" ya no gusta. Se ha convertido en la definición del postureo; bienvenido a la trampa virtual en la que se ostenta, se aparenta.
Al abrir los ojos, sus labios me besan. No sé su nombre, tampoco lo quiero.
Otro domingo sin ir a misa. ¿Y cuántos lleva ella sin venir a mí?
"Nos quisieron subir al cielo para ver, pero tú te bajaste a los Infiernos a comprender, que motivo es, que no nos deja ser" (Jesús de la Rosa, Triana).

lunes, 8 de septiembre de 2014

Moroccan trip!

                                                           -Essaouira-

 Mudéjar y Mogador,
 camina a la Medina el bereber,
  las suntuosas dunas
 se van quedando atrás.

En tierra de especias y aromas,
sardinas y moscas,
se yergue la ciudad de los gatos:
abundante es Essaouira.

¿El regateo? Un gran jaleo, 
inajustable balanza entre dos almas
que luchando por su causa
ceden en lo humano y hermano

Y las melódicas gaviotas
mitigan mi paseo
  ensordeciendo el bullicio de las calles;
  acentuando la belleza de las moras.


 
                                    

sábado, 24 de mayo de 2014




Tras la larga jornada de trabajo del sábado, se reclinaba en el sofá blanco que, como cualquier noche, era el punto de encuentro para él y sus compañeros de hogar. Fue un día normal, regido por la detestada rutina. Cada sábado, cumplía servicio en diferentes estadios de la capital, velando por la seguridad del mismo. Su ocupación no era agotadora, pero si de cierto riesgo.
          En la habitación reinaba el desorden, no se había limpiado en profundiad en todo el tiempo que el inquilino llevaba allí. Las paredes mostraban, discretamente, un color amarillo pálido que el humo había ido tallando con el paso del tiempo. Libros, cables, cachibaches, posters de caligrafía china e instrumentos sin esperanzas de ser tocados en algún momento se repartían por los suelos y esquinas del cuarto. La habitación estaba iluminada por una luz tenua que auguraba, muy tímidamente, la guasa a la que la noche se prestaba.
          Se abrió la puerta de la calle y uno de los compañeros entró. El malayo es un muchacho que, al mismo tiempo que estudia su carrera en música, goza de las fiestas hasta altas horas, y experimenta todo tipo de "sensaciones nuevas". Anunció que había conseguido un nuevo tipo de marihuana, abrió el puño y dejó caer sobre la mesa una minúscula bolsita. Acostumbraba a ser un muchacho genereroso. El francés tenía recados que hacer, por lo que se marchó a las tiendas. El que escribe, en cambio, aceptó la propuesta, ya que ¿qué malo podía haber en degustar el sabor del nuevo tipo de planta?
La música estaba a cierto volumen, lo suficiente para hablar.
El malayo lió el canuto, y tras fumar un par de tiros, se lo pasó al narrador, que a decir verdad, lo ansiaba. Le dió un par de hondas caladas, exhaló el humo, y saboreó la deliciosa calidadad de aquella nueva hierba. Por primera vez la miró, observó que no era del color verde intenso que solía ser, sino un verde amarillento, cercano al color de la manzanilla. Su compañero estaba raro aquella noche, había algo distinto en él, y no eran las extravagantes gafas que lucía. Era más la prominencia de sus gestos, la manera en que sus ojos miraban, ya que, o era cosa suya, o el tamaño de las pupilas del malayo habían aumentado considerablemente; como si dos luciérnagas negras brillasen y fuesen visibles en la monócrona oscuridad, presentando un color negro encendido. También se estaba mostrando demasiado hablador, algo raro en él, con una voz estruendosa, e incluso preocupado por convencerle acerca de lo que le estaba contando. Aquello se convirtió en un monólogo.
A medida que el canuto se reducía en tamaño, la atmósfera del cuarto se volvía cargante. Las caladas se habían ido sucediendo y el cigarro presentaba ya la mitad de su tamaño, pero la sensación era de haber estado allí sentado fumando durante horas.
No había ninguna prisa, inhalando... tan sólo el disfrute del momento. Relajación, el muchachó cerró los ojos y la conciencia iba deslizándose por el tobogán de la "realidad" hacia algo, algo distinto, una realidad alternativa... En cuestión de segundos, el escenario cambió. La música ya no estaba alta, su volumen era ahora atronador y molesto. Sus ojos estaban fijos mirando a la alfombra roja, pero en verdad carecían de mirada. Intentó girar la cabeza para evitar el aturdimiento, y observó como el rojo de la alfombra, el negro oscuro de las sombras de los objetos del cuarto y el blanco de la pared se distorsionaban y expandían amórficamente, embarullándose dentro de su cabeza. Se apresuró a buscar al malayo en la inmensidad de la habitación para asegurarse de que no era el único que estaba alucinando. Le miró a la cara y aquello le pareció aterrador: el rostro de su compañero y sus facciones asiáticas se transformaron  en el de uno de los dibujos animados de su infancia que tantas veces había visto en televisión. Le gritaba e intimidaba sin parar. Era demasiado, su sentido de la percepción estaba delirando y notó como si un crujido interno lo lanzase a otra dimensión. Una dimensión fantástica que sembró la semilla del miedo en el muchacho.

 Se encontraba perdido en medio de una paranoia, y sin apenas ser consciente de ello, se levantó del sofa en busca de un indicador de noción temporal o espacial. Había perdido el contacto con ambas. El remedio fue peor que el problema: de repente, se vió rodeado por temores y miedos que habían ido quedando grabados en la profundidad de su subsconciente a lo largo de sus veinte años. Quizá aquella fue la más pavorosa de las experiencias aquella noche. Sin saber cómo, intentaba combatirlos, intentaba darse razones por las que no tenían derecho a entremeterse así con él. No era capaz. Los más grandes miedos estaban allí sucediéndose: el fracaso, la enfermedad, el abandono, la muerte... como si de una pelicula mental se tratase. Era un Cine de los Horrores, ya que aquellos miedos no sólo ocurrían en su cabeza, sino que verdaderamente estaban pasando de una forma real en ese momento.
La siguiente escena recordada era en la cocina, bajo un intenso ataque de pánico. Una horrible sensación se había apoderado de la mente, del cuerpo (espasmos), del alma... Gritos y voces de personas conocidas iban originándose en su cabeza; y, como si de una personificación de la locura se tratase, sus puños se estrellaban en él, sumiéndole en un estado psicótico. Recordaba perfectamente ese diálogo consigo mismo: una parte de él le sometía a una violación interna en una especie de ajuste de cuentas kármico.
 El Ego se intentaba mantener firme, erguido, presente; negándose a la expansión del otro Yo. La Consciencia trataba de emerger mientras la realidad se convirtía en una amenaza...


Memorias de un viaje (Primavera, 2013)

miércoles, 26 de febrero de 2014

Se nos va un pilar de la música... Pero el alma y legado de genios como él no se van.

Trascendió el flamenco y el jazz como nadie...

Chick Corea llegó a decirle ‘Paco, salgamos de gira con mi banda y tú tocas. O vamos con tu banda y yo toco. O sino, toca tú y yo bailo’. Chick, como todos los músicos del mundo, se conformaba con cualquier cosa, siempre que fuese tocar con él.

Descansa en Paz,

Paco, El de Lucía





viernes, 14 de febrero de 2014

                                                                
                                     
                                      
                                                                         -NIEVE-   
                                       
                                           Cuando el gélido canto del gallo se condensa,
                                           anhelando el puerco, sorbos de clemencia,
                                           mientras medita el musgo sobre las rocas
                                           acontece la silenciosa llegada: nieve.

                                          Mientras pasos crujientes
                                          en caminos porfíos
                                          señalan la salida del sol al alba,
                                          se desnuda la diosa de las damas: nieve.

                                          El frío ya sopla
                                         el viento sin timidez ninguna, quema
                                         al igual que el tiriteo de los bosques
                                         no es dogma de las aves: Nieve.

                                         Pronunciada, generosa y muda reverencia
                                         de estrellas,
                                         de escarcha,
                                         de mieles.


domingo, 16 de junio de 2013

El sexagenario "The boss" sentó cátedra en Wembley:

Era una jornada de sábado de lo más habitual; mi trabajo se basa en velar por la seguridad del estadio, como cada fin de semana. Habitual también era el tiempo en la City: sol ténue que alternaba cielo azul con nubarrones, claros y lluvia a cántaros en cuestión de minutos. Acostumbrado a asistir a partidos de fútbol en los que la competitividad y el brusco deseo de victoria son los motivos que mueven a la masa de asistentes; resultaba curioso el contraste con la plácida atmósfera de un evento musical. Nadie perdió "el partido", tampoco se escuchaban insultos, ni se respiraba el detestable sentimiento de aversión entre dos hinchadas. Por el contrario, los casi 73.000 presentes ganaron y compartieron más de tres intensas horas de emociones, sobresaltos y desbordante alegría, difícil de olvidar.

Seámos honestos: esperaba con cierto recelo el concierto en las horas previas, debido al carácter enfadado y de protesta del último álbum Wrecking Ball en el que se atreve a juguetear con el hip-hop y bases de percusión electrónica.  Al mismo tiempo, los 63 años del norteamericano son motivo de peso para desconfiar de su agilidad y soltura sobre el escenario. También, la muerte del mítico Clarence Clemons (miembro de la E Street Band desde el inicio de la misma) dos años atrás, me hacía dudar del saxofonista que sustituiría su puesto.

El show desafiaba a la rígida puntualidad inglesa con veinte minutos de espera. Los pitidos del público debieron advertir a Bruce y los suyos ya que acto seguido salieron uno a uno a arrasar Wembley. No hubo trucos, ni luces, ni efectos... A Bruce le bastó su característica cuenta atrás "one, two, three, and!" seguida por la entrada a la batería del titán Weinberg en "We take care on our own" . Con los primeros acordes de guitarra rompió a brincar hasta el último ricachón de la adinerada zona VIP; y esque la apuesta sincera de Rock poético, tintes de música gospel, aire de folk norteamericano y la energía de ese arsenal de músicos logra mantener el status musical entre lo más alto mundialmente.
Tras descargar tres temas de su último álbum, le toca el turno al delicado "My city of Ruins", gran tributo de Springsteen que le sirvió para desterrar el dolor de los atentados del 11/S. Se ha consagrado como un clásico por méritos propios. El teclista Danny Federici fue otro de los legendarios en la banda hasta su muerte en 2008. El órgano en este tema transporta al oyente y refleja la gran capacidad de diálogo con el resto de instrumentos.
Eran, simplemente, sobresalientes las aportaciones de tanto los miembros de la E Street Band como las de las coristas y secciones de viento que, juntos, sumaban un total de diecisete músicos en el escenario. Vimos a un Bruce entregadísimo al público; se las sabe todas: igual quiere ver los brazos en alto de todo el mundo "I wanna see your hands up!", que saca la armónica del bolsillo y se canta "The river",   casi provocando las lágrimas a más de uno. A ratos, la música calaba de una manera tan profunda e intensa que era imposible permanecer inmune a los sentimientos y emociones que nosotros, los oyentes, experimentábamos, incluso para los que estábamos cumpliendo una labor allí. Aportación enorme la del nuevo saxofonista Jake Clemmons (sobrino del ya fallecido Clarence), no defraudó a nadie; quizá no ha alcanzado el estilo y presencia de su tío aún, pero me hizo perder la cuenta del número de solos que se iba marcando tema tras tema.

A mitad del concierto, para evitar cualquier monotonía, nada mejor unas cuantas sorpresas: bastan dos miradas de Bruce a sus compañeros para cambiar de tercio y dar un aire latino al muy pegadizo "Shackled and Drawn" de su nuevo álbum. No se olvidaron de la época gloriosa del Born in the USA, arrimándose al rockabilly con "Working on the highway". Y por si eran pocos, Bruce cogió en hombros a un chaval de público, le puso micro en mano y cantó con él "Waiting on a sunny day" , uno de los primeros temas que escuché y queda entre mis recuerdos favoritos. A partir de aquí, el ambiente alcanza su punto más prominente: Bruce sabe aprovechar su sex-appeal, baila con varias mujeres del público e incluso cuelga su guitarra a una de ellas. Tremendo también lo del guitarrista Nils Lofgren y el pirata Steven Van Zandt, haciendo de las suyas y brillando en sus momentos correspondientes, con solos de guitarra de escándalo.
Llevó al público al éxtasis con "Born to Run" y "Dancing in the Dark"... Y como Bruce es un tío listo y con clase, se sacó un bis de la chistera muy apropiado para la ocasión: Twist and shout de los Beatles para meterse en el bolsillo hasta el último fan. 

En definitiva, Bruce estuvo apoteósico ayer. Es admirable su habilidad para conmocionar a un estadio entero, gracias a esa garra, entrega y pasión suyas.  Sigue en plena forma pese a la edad, y lleva lo mejor de lo mejor detrás de él. Una leyenda viva y ejemplo a seguir para cualquier músico. El 26 estarán tocando en Gijón, único concierto en España!