martes, 19 de junio de 2012

¿Hay algo más sacrificado que el sudor del negro en el campo de algodón?



Al levantar,
el día se presenta anubarrado
entre el vago alzar de mi pestaña y mi mirada.
Cielo roto ...Menuda novedad!

Querida rutina, allá que vamos.
De repente, recaída en la cama
angostos ánimos que brillan en ausencia de un sol velado
El mismo que jamás alumbró al joven de la caverna platónica.

¿A quién le importas? ¿Que es la experiencia?
¿Acaso algo más que las cenizas de una memoria crónica?

Ya en la calle,
cuando el mirlo canturrea en la supuesta primavera
la lluvia y el sirimiri la desmienten,
porque no hay mayor falsedad que el llanto no vehemente...

En medio del transitante tráfico,
 miro al firmamento y le pregunto por el sentido de estos días.
El muy cretino no da respuesta, hay demasiadas almas enredadas.
Media vuelta.

Y entonces, unas finas gotas resbalan mi mejilla,
¿Que ha pasado? ¿Quién llora?
Nadie, solo el cielo... que con indignación,
se pregunta quien le ignora.

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